El Roque Teneguía, testigo de lo que fué el relieve de la zona, hoy sepultada bajo las riadas de lava, se alza digno recibiendo impenitente el flujo de los vientos alisios. Los auaritas lo visitaban y, desde esta peña blanquecina, se acercaban a sus dioses. La superficie se encuentra marcada por los grabados curvilíneos del primitivo pueblo.